La eliminación de todos los temores en la mirada, eso es a lo que tenemos que aspirar escribió Stan Brakhage en su libro Metáforas sobre la visión (1963). Esa mirada desprejuiciada que solo radica en la infancia por el natural hecho de incorporar el mundo que nos rodea a través del conocimiento perceptivo, repleto de alucinaciones e ilusiones atribuidas a la libre interpretación de los paisajes, objetos y hechos que nos rodean de niño regido por el escueto (no legitimado) conocimiento de las cosas. A lo largo de su desarrollo educativo, el ser humano se delimita, se acota y se establece en cuanto al universo que los rodea, como dice Brakhage no hay necesidad de que el ojo de la mente sea anestesiado después de la infancia, a pesar de que en esa edad el desarrollo de la comprensión visual es casi universalmente descuidado. Luego de perder la estimulación y la práctica de esta conducta visual es imposible regresar a lograr esta condición perceptiva, aquí es donde entra en juego el papel del conocimiento (praxis audiovisual).
La exploración y la búsqueda de nuevas formas dentro de los lenguajes es uno de los caminos que retornan a la senda de la emancipación de la mirada. Imaginar un ojo no gobernado por las leyes de la perspectiva hecha por el hombre, un ojo no prejuiciado por la lógica composicional, un ojo que no corresponde al nombre de todo, pero el cual tiene que conocer cada objeto encontrado en la vida a través de la aventura de la percepción.
domingo, 31 de mayo de 2009
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